Que surja el bravo pueblo

El pueblo, soberano único de la voluntad verdadera que conforma al Estado, es el único capaz de elegir. Puede elegir por sus leyes, optando por las más correctas; puede elegir por sus guerras, optando por cuál de ellas quiere luchar; puede elegir por su convivencia, optando por decidir su manera de existir en sociedad; pero en lo que sin duda más destaca, es que puede elegir por sus gobernantes.

El problema radica, y desde hace un tiempo ya, que no sabemos distinguir, la buena política de la mala, y mucho menos somos capaces de distinguir entre el buen político y el malo. Pregunto, ¿Desde cuando unos gritos en el discurso te vuelven el más apto? Si gritar más y más fuerte significara sabiduría, las bestias y los animales fueran dueños y señores del mundo.

El hombre, el verdadero ser humano, aquel capaz de triunfar con esfuerzo y dedicación, llegó a conquistar el mundo solo con el uso de su inteligencia, no solo se trata de pensar o especular, sino de razonar, de reflexionar, de experimentar, de fallar, hasta que por fin lo llegas a lograr. No se busca el orador más expresivo, sino aquel que detalladamente consigue convertir una intervención lógica, en una expresión emotiva que, estructurada en la razón, pueda influenciar a la población y que sea ella, haciendo uso de su soberanía, quien pueda determinar el adecuado para gobernar.

Sobran (y bastante) las palabras bonitas que están llenas de mentiras y no bastan los argumentos lógicos con lenguaje especial si solo confunden al oyente. De igual manera, la soberanía no solo se debe dejar excitar el corazón, el ciudadano debe hacer uso de su intelecto y así discernir entre los buenos y los malos, entre los correctos y los incorrectos, entre los justos y los injustos, entre los honestos y los mentirosos, entre los humildes y los codiciosos, entre los nobles y los rencorosos.

Palabras van y palabras vienen, hay que darse cuenta de la oratoria vacía. Políticos van y políticos vienen, hay que darse cuenta de quienes son los verdaderos líderes. No es simplemente mover a las masas, no se trata solo de afectar en la conducta de los demás, es transmitir verdad con el puro lenguaje materno; no hace falta el lenguaje técnico, ni ejercer la altanería, basta de bulla y de palabras sin fundamento; palabras van y palabras vienen, políticos van y políticos vienen, pero la soberanía se mantiene y es tiempo de asumir el rol que nos corresponde.

El pueblo de Venezuela, hoy más que nunca, pueblo soberano, dueña única e irrenunciable de la voluntad colectiva, poseedora de la legitimidad de un Estado, juzgadora de representantes y gobernantes; debe tomar la decisión de actuar y no dejarse vacilar por incompetentes ni mucho menos por corruptos, el ciudadano, provisto de racionalidad, hoy más que nunca, debe demostrar ser capaz de distinguir entre quién es el que esta capacitado verdaderamente para gobernarlo. Para finalizar, será suficiente decir, que es momento de que Venezuela demuestre el valor de su soberano, es tiempo de que vuelva a surgir el Bravo Pueblo, que hoy más que nunca debe Gritar con Brío.