La oportunidad de nuestras vidas

Por David Flores. Coordinador Nacional de Gritemos con Brío.

Gracias a quiénes no dejan de creer en Venezuela. De ustedes será el país que reconstruyamos juntos.

No reconocer los esfuerzos que se han hecho como sociedad civil organizada o incluso, desde el ámbito de acción de los actores políticos, sería desdeñar experiencia y conocimiento, desacreditar la inteligencia acumulada y sobre todo, negar la valentía que poseen muchos líderes que se han enfrentado al autoritarismo en Venezuela.

Sin embargo, así como se reconoce el aplomo de tantos intentos -y sobre eso destaca nuestra gentil sociedad que critica pero deja pasar los errores-, debe reconocerse por todos los que de alguna u otra forma hemos impreso alguna presión sobre el sistema político, que a cada nueva iniciativa de organización y movilización contra el régimen le sucede un fracaso, y a cada fracaso una dosis más de frustración – no sé si para las clases políticas-, aunque después de tantas persecuciones, asilos y presos políticos, alguna legitimidad tendrá una parte de este grupo de personas; pero vaya que pesa para la gente que vive justo con lo que le alcanza para un día, que habita en alguna de las dimensiones de la pobreza y encuentra su destino tallado por las condiciones que le son impuestas por el hambre y otros demonios.

Tal vez, como la generación de relevo reconstructora de la democracia que hemos decidido ser, debemos pensar en el peso de nuestra inacción y de las acciones poco efectivas que terminan por reproducir la espiral política de los últimos años. De poco o nada sirve que una vez más se convoque a nuestra gloriosa Aula Magna, elevando las expectativas de sectores demandantes de acción para solamente ratificar un compromiso de manera simbólica a través de más discursos políticos y, notoriamente, menos decisiones planificadas.

El compromiso de la dirigencia estudiantil está probado aún con las limitantes autoimpuestas por el ego y la mezquindad política en el Movimiento Estudiantil, dentro del cual solemos distraernos por rivalidades circunstanciales en vez de operar contra el enemigo real. Más que probada está la determinación de las asociaciones profesorales y sindicatos democráticos por asumir una agenda directa contra el régimen, siendo quiénes protestan asiduamente y comunican posturas ante la opinión pública. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de todas las autoridades de nuestras universidades autónomas, experimentales y hasta ahora, republicanas.

Encontrarse todos en España o en Caracas no basta. Desconocer o rechazar la sentencia que atraviesa el corazón de nuestra autonomía universitaria con elocuentes discursos, tampoco es suficiente si no se acompaña con un acto material que movilice efectivamente a la comunidad académica y a sus vitales grupos de apoyo. Lo constitutivo de la política, según Aristóteles, es la acción aun cuando se sirva de disciplinas como la retórica para nutrirse y alcanzar las victorias que se pretenden, pero la política no es la retórica y en eso nos hemos sumido durante años. Necesitamos un llamado a la acción, pero organizada.

Si todos los gremios y asociaciones, estudiantes y egresados, e inclusive, la Cátedra de Derecho Constitucional de la UCV, hemos coincidido en la realización de elecciones de autoridades universitarias, apegados al marco jurídico y normativo vigente con disposición manifiesta de la Comisión Electoral a ejecutar tal proceso cuando sea necesario, ¿por qué no fueron convocados tales comicios en un acto de rebeldía, verdadero desconocimiento y en defensa plena de nuestra tradición republicana?

Sobre lo que es posible por cuenta propia

En un ámbito restrictivo, cundido de cansancio y resignación las acciones movilizadoras son las que logran tocar la fibra emocional de los individuos, aquello que sienten y padecen; aquello que se nutre de lo que creen y podrían lograr juntos.

Las elecciones de autoridades universitarias constituyen ese acto material por cuánto implican la defensa de algo muy nuestro que quieren quitarnos, por tanto, tienen el potencial de movilizar de forma progresiva a nuestra sociedad, partiendo de nuestra casas de estudio superior.

Sí escogemos al azar algunos enemigos actuales de la movilización, aunque parecieran sobrar motivos para protestar, tal vez nos topemos con la percepción social de que es imposible cambiar las cosas, la enorme suma de necesidades y claro, el miedo. Pero también nos encontraremos con la falta de definición de objetivos concretos y la fatal comunicación de los que existen, pues la multiplicidad de metas sin un orden de prioridades también entorpece el avance de cualquier lucha.

Celebrar un proceso electoral desconociendo la Sentencia #0324, emanada de un TSJ que hemos declarado ilegítimo en el pasado, es un acto coherente que focaliza la acción política sobre un tema específico, la renovación del gobierno universitario. Sin lugar a dudas, este “desacato” por demás investido de legitimidad provocará una reacción del régimen contra nuestra universidad, y eso hay que asimilarlo tal como otros países han asumido la lucha democrática como algo existencial, de manera que, ante esa respuesta potencialmente represiva ya prevista, debemos estar preparados. Hong Kong es una prueba de esta afirmación. Ellos resisten, fieles a sus demandas y principios.

Y ante la inminente necesidad de estar preparados, todas las formas de organización social democráticas deben ser reivindicadas, tomadas en cuenta y ninguna debe ser considerada rival de otra. Desde las distintas federaciones de centros universitarios y cada uno de sus centros de estudiantes, organismos de co-gobierno, grupos estudiantiles, asociaciones profesorales y sindicatos democráticos, plataformas juveniles y ampliadas, confederaciones estudiantiles especializadas, organizaciones no gubernamentales y partidos políticos.

Hoy debemos ser capaces de responder cómo resistiremos. En eso estriba la misión más urgente que se nos presenta. Y amerita un alto compromiso, pues el objetivo de resistir para liberar nuestro país requiere que ningún ego sea superior a la causa que nos llama a estar unidos. No convirtamos esta página de la historia en una carrera por un protagonismo carente de resultados, pensemos en cambio en cumplir cada quien con su parte. Movilicemos verdaderamente toda la universidad venezolana. Demostremos al mundo que hoy sienta en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU a una tiranía que oprime y desconoce derechos, que estaremos preparados para la peor reacción de un régimen cada vez más totalitario.

Son elementos para crear la oportunidad de nuestras vidas, la de ser libres y reconstruir Venezuela, pero también la de tornar sobre los históricos pasos que dimos alguna vez dentro de nuestra región, como bastión republicano en el siglo XIX y como referente de democracia en el siglo XX, y nos urge aún más hacerlo frente a la oleada desestabilizadora cernida en Latinoamérica por el comunismo.